Habiendo subido ya varias de las canciones que socialmente me marcan, que me desgarran cada vez que las leo o las escucho, quisiera compartir ahora la vergüenza, la impotencia que siento al pensar que, por ejemplo, si Luchín hubiese existido hoy tendría más de 50 años, y lo más probable es que el barro y la miseria sigan siendo parte de su realidad. Y en todos estos años el diario y todos los medios, sólo han tenido grandes titulares para el deporte y vanalidades, hoy para la farándula, y nunca para los luchines, para mostrar esas realidades desgarradoras que como nación no hemos sido capaces de resolver, que no hemos tenido los huevos para solucionar.
Seguimos teniendo jóvenes pateando piedras en las esquinas, aspirando o fumando porquerías, porque como sociedad no hemos sido capaces de darle calidad a esos doce juegos, esos mínimos doce juegos que nos nos permiten ser nada, pero que simplemente son la puerta de entrada a lograr una vida mejor. Simplemente los recursos que se han destinado se han despilfarrado, nada llega más a llá de la foto oficial (no olvidemos el hospital inaugurado con enfermos falsos).
En más de 40 años, como país hemos tenido grandes logros, ha crecido el producto, hemos controlado la inflación, colocamos bonos en el extranjero, nuestros productos están en el mundo entero, somos casi un país desarrollado, miramos bajo el hombro a nuestros vecinos allende Los Andes. Sin embargo como nación no hemos sido capaces de hacer desaparecer a los Luchines, no hemos sido capaces de lograr que nuestros jóvenes de escasos recursos tengan acceso a una educación digna y que les sea útil para dejar atrás esa dolorosa pobreza, material y de espíritu, que se enquista en nuestra sociedad. La televisión se encarga día a día de recordarnos que ocurre con nuestros jóvenes, la falta de educación, de salud digna, de oportunidades nos está llevando a ser una sociedad dividida, una sociedad enrrejada y corrompida por el odio y el temor.
Seguimos teniendo jóvenes pateando piedras en las esquinas, aspirando o fumando porquerías, porque como sociedad no hemos sido capaces de darle calidad a esos doce juegos, esos mínimos doce juegos que nos nos permiten ser nada, pero que simplemente son la puerta de entrada a lograr una vida mejor. Simplemente los recursos que se han destinado se han despilfarrado, nada llega más a llá de la foto oficial (no olvidemos el hospital inaugurado con enfermos falsos).
En más de 40 años, como país hemos tenido grandes logros, ha crecido el producto, hemos controlado la inflación, colocamos bonos en el extranjero, nuestros productos están en el mundo entero, somos casi un país desarrollado, miramos bajo el hombro a nuestros vecinos allende Los Andes. Sin embargo como nación no hemos sido capaces de hacer desaparecer a los Luchines, no hemos sido capaces de lograr que nuestros jóvenes de escasos recursos tengan acceso a una educación digna y que les sea útil para dejar atrás esa dolorosa pobreza, material y de espíritu, que se enquista en nuestra sociedad. La televisión se encarga día a día de recordarnos que ocurre con nuestros jóvenes, la falta de educación, de salud digna, de oportunidades nos está llevando a ser una sociedad dividida, una sociedad enrrejada y corrompida por el odio y el temor.
Nuestros dirigentes y nosotros mismos, no hemos dado el ancho para dejar de lado las pequeñas o grandes rencillas que solo conducen a impedir el desarrollo, el que las soluciones para los Luchines tarden décadas en llegar.. Sólo sabemos luchar para impedir que el otro sea el que lo logre. Por qué Luchín debe seguir esperando que haya un ganador?
Cada uno de nosotros tiene una tarea muy importante en que acabemos con estas lacras en nuestra nación, con acciones tan simples como el hacer bien nuestros trabajos, cumplir los horarios, pagar los impuestos, ceder el asiento en el metro, cuidar nuestra nación, elegir a conciencia a nuestros dirigentes. Agradecer a quienes nos dan un buen servicio y reclamar cuando este sea malo. Debemos enseñar a nuestros hijos a ser exigentes pero justos y bondadosos, a que compartan la suerte que han tenido de no ser Luchines en esta vida y a que trabajen con fuerza y dignidad para que nadie tenga que vivir la verguenza de escribir estas letras en cincuenta años más.
Cada uno de nosotros tiene una tarea muy importante en que acabemos con estas lacras en nuestra nación, con acciones tan simples como el hacer bien nuestros trabajos, cumplir los horarios, pagar los impuestos, ceder el asiento en el metro, cuidar nuestra nación, elegir a conciencia a nuestros dirigentes. Agradecer a quienes nos dan un buen servicio y reclamar cuando este sea malo. Debemos enseñar a nuestros hijos a ser exigentes pero justos y bondadosos, a que compartan la suerte que han tenido de no ser Luchines en esta vida y a que trabajen con fuerza y dignidad para que nadie tenga que vivir la verguenza de escribir estas letras en cincuenta años más.
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